21 mar 2009

Lluvia negra


La noche húmeda cubre los edificios grises, las calles negras y tus labios rojos. Te veo caminando con cuidado bajo la lluvia. Tu rostro triste me recuerda lo mucho que te hago falta y eso me entristece también. Pero yo estoy aquí, siguiéndote, quiero pedirte perdón. Pero parece que no has sentido mis pasos, no me oyes y yo voy detrás de ti.

Das la vuelta en una esquina, apresuras el paso. Ingresas a una calle aún más oscura, ¿un atajo acaso? Debes llegar a otro lugar, tengo que alcanzarte, es ahora o nunca. Espera, alguien viene. ¿Qué quiere? Que se aleje del camino, necesito este momento para hablar contigo.

¿Qué intenta hacer? Esto no me gusta, el tipo va hacia ella y no piensa salirse del camino, debo alcanzarla...

¡¿Pero qué?! Está tratando de quitarle su bolso, no puede ser, debo correr.

Llego a la justas, pero con todo el alboroto, no logro decirle quién soy. Tengo que botar a ese desgraciado. Amor, ¿qué haces? ¡Suelta tu bolso! ¡Deja que me encargue de esto!

Maldita sea, el tipo es fuerte, mis golpes no pueden hacer que se aparte.

Vamos, ¡suelta! Amor, ¡¡apartate por favor!! ¡Suelta el bolso!

Todo sucede rápido, ninguno de los dos suelta el bolso. Trato de separarlos, no hay otra solución, pero... mi amor, ¿por qué no sueltas tu bolso? Ni siquiera te das cuenta que trato de ayudarte. Esto tiene que acabar, de una vez.

Y termina, el desgraciado se va corriendo con el bolso, sin dejar de ver a mi amada. Pero su cara, su cara no me gusta, parece que algo salió mal, algo que no tenía planeado. El tipo se aparta de mi visión y se pierde en la eternidad de la noche.

Mi cuerpo tiembla por la adrenalina.

Amor, ¿estás bien?

¿Amor?

Volteo a verla. No puede ser... está en el suelo. Está herida. Lastimada, mi amor, está sangrando.

Amor... ¡responde!

Me arrodillo y la sujeto entre mis brazos. Necesita ayuda. ¡Esto no deberia de estar sucediendo!

Amor, no puede estar pasando esto... ¡No puede! ¡¡Noooo!!

La lluvia sigue cayendo sobre mis hombros y sobre la línea delgada y escarlata. Las gotas se confunden con mis ojos húmedos.

Amor, abre los ojos, ábrelos... ¿Amor?

¿Eres tu?

Así es, soy yo...

¿Por qué me abandonaste?

No lo hice... estoy aquí... por ti...

Por fin, nos abrazamos, sintiendo cómo la lluvia se convierte en testigo de lo que sucede en esta noche negra, lluviosa y solitaria.

Quiero irme contigo... quiero estar contigo...

Sí, mi amor... ven conmigo... ya no me extrañarás más...

Logro que se levante con mucha dificultad. Me mira y sonríe. Sigue lloviendo. La gente comienza a aparecer, personas curiosas. Pero no importa nada. Este es nuestro momento, nuestra realidad.

Cariño, toma mi mano y salgamos de aquí. Vamos hacia el final...

Así, bajo la lluvia, logramos salir de las miradas curiosas.

Las gotas del cielo comienzan a lavar la sangre, a expandirlas por toda la calle solitaria. Aún el cuerpo yace sobre la acera, con una sonrisa.

Amor, al fin podemos irnos. Al fin estamos juntos, al fin los dos, como uno solo, un alma.

20 mar 2009

Recuerdos oxidados

Estaba a punto de acostarme, pero una inexplicable curiosidad me picó y terminé revisando mensajes del pasado, ya sea de mi correo o de mi celular. Debí haber borrado todo eso, pero no lo hice justo para una situación como la que vivía en ese instante. Creo que deseaba este momento, revivir viejos textos, antiguas anécdotas y mensajes melosos y empalagosos (llenos de cariño). Pensé que dolería, pero no fue así. Leía con orgullo, meditando y sonriendo a cada momento. Pensaba: "Esos tiempos..."

Fue placentero, divertido y muy emotivo, pero con poca añoranza (que vuelva a repetirse lo que viví con la misma persona no era ya un deseo profundo). Obviamente, luego de revivir tantas cosas, trajo sus consecuencias en mi descanso nocturno.

Alucinaba que mi pasado parecía la muerte que regresaba con una hoz para rasgar la capa que cubría mi estado emocional. La hoz cortó todo lo que pudo, hiriendo también mis emociones, pero yo logré salir intacto, aunque sintiéndome impávido. El pasado se asustó y desapareció ante tal frivolidad. No me inmuté, yo estaba allí parado, sin sentir nada.

¿Soy ahora impávido? No lo creo.

*~*~*

Lo que no puedo hacer:

No podré recostar mi cabeza sobre tu pecho.
No podré deleitarme con tus besos.
No podré juntar tus manos con las mías
(porque si lo hiciera, no te dejaría).

12 mar 2009

Amor Cibernético (Relación a distancia prudente)


Qué lindo volver a enamorarse. Veo una vez más todo positivo, permanezco feliz a cada momento (aunque a veces de manera muy exagerada), me encuentro muy inspirado, pienso permanentemente en alguien (¡al fin!) y me siento algo jubiloso. Pero, como ando en mi etapa "Suerte en contra", la dueña de mis pensamientos vive a más de 45 km de mí. No será mucho (aparentemente) pero somos algo jóvenes y aún dependemos de nuestros padres. Estos obstáculos tal vez alimentan más nuestra pasión y nuestros deseos.

Si vive tan lejos, ¿cómo la conocí? Gracias a la tecnología, exactamente por un juego en internet. Desde el principio me pareció una chica interesante y como jugando llegamos a conversaciones por MSN. Su audacia, inteligencia y gustos por la lectura me atrayeron aún más.

Pero, conciente de mi situación y de los peligros que llevaba conocer a alguien de esta manera, me dediqué a leer. Este fue uno de los artículos más interesantes:

Actualmente, vivimos en una revolución tecnológica y al parecer esto no parará. Pero el problema de esta revolución comenzó hace ya tiempo: El hombre moderno, rodeado constantemente de los distintos inventos, ya sea celular, Internet o MSN, comienza a confundir las verdaderas relaciones humanas y cambiar sus métodos de sociabilización.

Es probable que algunos se hayan podido conocer por Internet y que incluso hayan logrado concretar una relación satisfactoria, pero también existen muchos que han sido engañados y estafados. Porque un medio como el Internet se presta al engaño y a la falsedad. [...]

En estos casos, una vez que se ha producido un contacto aceptable, una buena forma de evitar ser engañado y de no perder el tiempo, es acelerar la concertación de una cita para conocerse personalmente.


Si el interlocutor o interlocutora se empeñan en postergarla y no se definen en un plazo más o menos breve, es probable que se trate de farsantes que sólo se están divirtiendo. Estas desilusiones suelen afectar a los jóvenes casi tanto como la pérdida de una relación real, porque los seres humanos tendemos a construir castillos en el aire y a aferrarnos a ideales.

Aunque aún proceso la realidad, llevo hace algunos días una relación algo peculiar (en mi caso, pero muy común en estos tiempos) con mi nueva inspiración. Pero nunca la he visto. Al parecer, ambos estamos siendo sinceros, y dudo que haya alguna estafa. Pero uno nunca sabe. Como me dijo ella: nada esta dicho, hasta que nos veamos.

Ahora estamos en la búsqueda de algún encuentro (obviamente muy corto y que nos impulsará a vernos más veces) con el permiso de nuestros padres, pero sin que se enteren de mucho. Buscamos un punto en común, pero personalmente no me importa recorrer todo Lima para llegar a ella (en dos horas).

Ay, el amor, que me motiva a tantas cosas, incluso ir hasta ella, sin importarme nada. Como dice una canción, la distancia a la mierda. Nuestra juventud nos da muchas alas, pero a la vez la edad impide hacer todo lo que quisiéramos. Tenemos algunos obstáculos y nuestra disposición a llevar una relación... ¿a distancia?

*~*~*

N dice:
¿Qué somos?

Z dice:
Amigos muy cariñosos.

N dice:
Creo que demasiados cariñosos.

Z dice:
¿Qué piensas?

N dice:
Verte.

Z dice:
Pero vivimos muy lejos...

N dice:
Te prometo que nos veremos.

Z envía un guiño:

Reproducir "Beso"

8 mar 2009

¿No te importa lo que los demás piensen de ti?

- ¿Acaso no te importa que los demás piensen que aún quieres conmigo?
- ¿Eso crees que yo quiero?
- No.
- Entonces...

- Sé que te gusta hablar conmigo...
- Eso me basta. Con tal que tú tengas claro lo que siento y pienso de ti me importa poco lo que piensen los demás.

*·*·*·*·*·*·*

No me importa lo que piensen de mí, pero sí me importa. Esta contradictoria idea ha permanecido en mí hace tiempo. Suelo ser crítico, pero me gusta ser criticado, siempre con fundamento. Si no es así, no escucho lo que digan de mí, ¿para qué hacerlo? No lleva a nada constructivo.
Sobre lo que piensen los demás de uno, existen algunos tipos de personas.

Siempre están aquellas que hablan a espaldas de otros. No sé si he estado en boca de ellos, pero no me importa. Pienso que este tipo de conductas no ayudan en nada. Suele ser muy común que estas personas sean hipócritas con aquella gente que le gusta mencionar de manera negativa. Dicen que cuando hablan de otro, el protagonista de esas conversaciones suele tener sonrojada sus orejas (o al menos siente cierta comezón). ¿Será cierto eso?

Por otro lado, existen personas que sacan conclusiones muy rápido con ciertas acciones. No se preocupan en indagar más, prefieren tener esa idea, la cual puede ser, a veces, errónea. Tal vez piensan que solo un acto define a alguien. Pero en realidad, todos nos manejamos en una dualidad. Todos somos buenos y malos.

Con el tiempo, he aprendido a apreciar (y hasta respetar) a las personas que recalcan mis defectos, o que mencionan qué cosas "debería" hacer. Ellos son lo que me motivan a mejorar. Desde aquí, gracias a todos ellos.

1 mar 2009

Amigos peculiares


A veces pienso que haber tenido una relación con ella solo fue un modo diferente de conocerla. Y creo que por eso ella es la persona a quien más conozco.

Prometí verla a las 4 de la tarde. Sabía que en su casa estarían su prima (una niña) y su madre. Pero no me importaba, necesitaba hablar con ella. Así que apenas pude, salí de mi casa lo más rápido posible.

Llegué y toqué. La puerta se abrió y la vi detrás como si fuese en cámara lenta. Aunque sabía lo que vería, su imagen me resultó agradable y motivadora. Ella apenas me saludó y me dijo que pasara. Ambos queríamos hablar de muchas cosas y esa necesidad mutua me hacía sentir bastante animado.

Entré y me sentí nuevamente como en casa. Reconocí el aire familiar de su sala; los sofás exactamente en los mismos lugares que hace ya varios años; los cuadros en su mismo sitio; la mesa en el fondo con algún libro o lapicero encima; los muebles, repisas y cajones de idéntica manera como lo recordaba. Todo estaba como siempre, todo en su mismo sitio.

“Nada como regresar al hogar”, pensé para mí, mientras con la mirada recorría los cuadros, ventanas y adornos que tantas veces había visto. Algunas piezas del recinto se habían movido, pero era casi imperceptible. En general, todo seguía igual. Claro, menos la situación.

Ella se sentó en el sofá para uno. Sabia decisión. Yo me acomodé en la de tres, estando ella a mi lado derecho-adelante. Tenía mi mochila con un libro y un cuaderno de apuntes. Tenía cierta idea de lo que le diría. Así que saqué el libro y se lo mostré.

- Te traje este libro, para que lo leas. Tal vez te guste...
- Gracias, justo necesitaba leer algo, hace tiempo que no lo hago.

Sonreí. Había acertado, fue una buena idea. Luego, continué describiendo mi situación actual, mis problemas, mis dilemas y conflictos. Ella me oía. Éramos amigos, amigos peculiares, tomando en cuenta lo que antes había pasado. Luego le pedí que ella hablase y así seguimos intercambiando recuerdos, ideas, anécdotas de cada uno, y algunas indirectas (propinadas más que nada por mí) sobre nuestro mutuo pasado. Esos momentos eran especiales y predecibles. Ambos sonreíamos y recordabamos momentos que habíamos vivido.

Así seguimos hasta que su prima dijo que quería irse y mi amiga, con su mamá, debían llevarla a su casa. Ni modo. El tiempo se me había acabado, había dicho lo que quería y había oído lo que ella quería que sepa. Me enteré de varias cosas, algunas de momentos pasados que siempre quise saber.

Salí contento, hasta dichoso diría. Me había hecho feliz. Había pasado unas dos o tres horas con ella de lo más tranquilo posible. Habíamos conversado como amigos, algo que yo creía difícil. Ella me lo había permitido y, particularmente, me sentía genial que hubiese sucedido.

A veces creo que haber estado con ella solo fue un modo diferente de conocerla. Y creo que por eso, y por otras cosas más, es que le dije, entre tantos comentarios, que era la persona a quien más conocía. Ella me dijo que yo era la segunda persona que más conocía, la primera era su amiga. Le pregunté por qué y contestó "porque somos mujeres". Genial, al menos soy el hombre que más conoce.

Me siento bien así, siendo su amigo. Disfruto esta nueva etapa. Es bastante interesante y diferente. Mi cariño lo hace aún más atrayente y especial, su cariño lo convierte en algo sublime, el afecto (hasta cierto grado mutuo) es increíble, aún me cuesta entenderlo y reconocerlo. Se siente bien, muy bien. Es grandioso.