16 dic 2008

Inevitable acercamiento

Un jueves de diciembre, luego de ver una obra de teatro con un amigo, caminamos con destino a nuestros hogares. También había ido Claudia (Musa) y varias amigas mías. Logré visualizar a Musa a una cuadra de nosotros. Estaba con una amiga, caminando también a sus casas.

La amiga de Claudia tuvo una relación con mi amigo acompañante hace varios meses. Y algo así me había sucedido con Musa. Coincidencias: delante de nosotros, estaban nuestras últimas enamoradas. Evité comentar aquello que pasaba por mi mente. Parecía que las seguíamos. Ellas voltearon un par de veces, se dieron cuenta de nuestra presencia. ¿Habrán pensado como yo lo estaba haciendo?

De pronto, ellas cruzaron la pista y tomaron la otra vereda. Miré a mi acompañante.

-¿Las seguimos?- le dije con una sonrisa, sin saber por qué le proponía aquello.
-No, pensarán que las acosamos.
-Vamos.

Crucé también la pista y llamé a mi amigo que aún no decidía seguirme. Finalmente, volvimos a estar ambos detrás de ellas. Las chicas voltearon pero sin mostrar ningún interés o gesto. Se dirigían a la casa de una amiga mía, Laura.

-Cualquier cosa, nosotros vamos a visitar a Laura.
-Sí, claro.
-Supongo que ya habrá llegado, se fue rápido luego de la obra.

Nos acercamos a ellas, quienes estaban paradas y frente a la casa de mi estimada amiga. Comencé a ponerme nervioso e inquieto. Luego de varios meses de evitar contacto con Musa, la tenía ahora muy cerca. Saludé a ambas con frenéticos besos en la mejilla. Evitaba pensar cualquier cosa.

-Hola Claudia.
-Hola. ¿Saben si ya llegó Laura?
-Creo que sí.

Tocamos. Salió su madre y nos dijo que aún no llegaba su hija. La llamé por celular y ella me dijo que ya venía. Claudia con su amiga se dirigieron a la otra vereda a esperarla. Se notaba que no querían hacernos compañía.

-Habla como una niña - Le dije a mi amigo. Era verdad, no solía ser así cuando yo estaba sola con ella, lo cual no sucedía hace ya mucho. Con sus amigas, ella era otra.
-Por algo los opuestos se atraen.

Me quedé callado. Aún me inspiraba ternura, cariño, pero esa actitud rosa me perturbaba. Parecía que me gustaba una niña de diez años. Encima, me había ruborizado al tenerla a cierta distancia de mí, estaba seguro que ella lo notó.

Finalmente, las amigas se encontraron con Laura. Nosotros las veíamos de lejos. Se saludaron y hablaron. Luego, Claudia y su amiga, siguieron su camino. Laura nos vio en la puerta de su casa. Se acercó a nosotros y la saludamos. Mi cabeza pensaba aún en Claudia, quien ya no estaba a la vista.

Conversamos con Laura. Ella es linda y compartimos varios gustos. No pude evitar sentirme bien a su lado, verla a los ojos, abrazarla como su amigo, y pensar en lo grandioso que sería estar con ella. Tanto cariño podía ponerme en evidencia, pero fácilmente todo eso podía ser confundido como una inocente amistad.

Nos despedimos (yo deseando ver aún a Claudia) y la recordé cuando retomamos nuestro camino. Esta vez, aquellas chicas, con quienes alguna vez mi amigo y yo compartimos momentos inolvidables, no estaban delante nuestro. Ya se habían alejado demasiado.

Me hubiese gustado seguirla. ¿Para qué? Ni idea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Zethyo

Si que esa chica te tiene loco ¿no?, la tal musa parece que está segura de que cada vez que la ves te pones nervioso y que aun ella te gusta.

Me parece que deberías intentarlo con Laura. El que no arriesga no gana.

Un beso cdt.

P.D. Gracias x devolverme la visita.