3 dic 2008

Regalo agobiante


Después de diez días de su cumpleaños, conseguí visitarla para entregarle aquel regalo. Me aventuré entre las calles de mi barrio para llegar a su casa, siguiendo el mismo camino que varias veces había recorrido con intenciones pasionales. Al llegar, Musa se asomó desde su segundo piso. Ese primer contacto visual desde su balcón alertó mis sentidos, debía estar tranquilo y hasta casi indiferente.

Mientras esperaba que bajase, ciertos recuerdos incrementaron mi ansiedad y nerviosismo. Por fin, ella salió. Se veía... normal. Esta idea me asustó. Esperaba quedar impresionado, tímido, o hasta hinoptizado por su "supuesta" belleza. Pero no hubo gran sorpresa.

Aún así, su sola presenciaba me intimidaba. En cuestión de segundos, decidí no incrementar el fuego que comenzaba a quemar mi pecho.

-Feliz cumpleaños por atrasado.
-Gracias.

Silencio, incomodidad, ganas de abrazarla, de regalar un beso, un par de sinceras palabra (te...quiero...), hacer algo. Le entregué mi regalo. Solo logró abrir el paquete de Cd con caratula hecha por mí. "Idilo consumado" fue el nombre de ese Cd, llena de canciones que eran de mi gusto (aunque también pensando en ella). La expresión de su rostro me mantuvo confundido. Al parecer no le había "impresionado" tal título, como si lo esperase viniendo de mí.

Luego me comentó que se iría con sus amigas a Larcomar. Me desesperaba verla tan tranquila y sin molestias, solo se concentraba en su celular o en sus dedos. Esperábamos impacientemente. Pasado cinco minutos ya me sentía demasiado estúpido y cobarde. Quería irme, pero ella ni me botó ni yo le dije adiós.

Intranquilo como estaba, el tiempo era lento y agobiante. Hasta que su amiga llegó. Fue un alivio para ambos. La poseedora de mi regalo se metió a su casa y la recién llegada me saludó con extrañeza. Conversé mucho más agusto con ella y, cuando salió la cumpleañera, ambas amigas entablaron conversación propia de su edad. Me sentía ridículo y excluido, otra vez. Mejor.

Los tres bajamos por la falda de cerro (donde ella vive) y, en un punto, nuestros caminos se separaron. Ellas supuestamente se irían con sus amigas. Cuando me enteré (al día siguiente) que al final cada una se fue con su enamorado, no pude controlar mi exquisita rabia contenida. Deseaba explotar, ¿por qué me importaba con quién salía ella? No logré estallar. Maldición. Creo que olvidarla demandará mucho más tiempo.

2 comentarios:

Oswaldo Bolo Varela dijo...

Y es que olvidar demanda muchísimo más tiempo.

A propósito de la última frase de su escrito, creo recordar unas líneas del buen Benedetti, que si bien es cierto no tiene mucho que ver con la relación afectiva-erótica-amical que ud. relata, nos introduce sí, a esa rabia contenida del NO olvidar.

La frase la dice un preso político a su hijo que va a visitarlo. Antes ya se ha disculpado por su ausencia, por que nunca pudo enseñarle la tabla de multiplicar, ya que él "ha olvidado todos los números, todas las direcciones, todos los teléfonos", en fin, el poema termina así:

"Llora pibe, son macanadas eso de que los hombres no lloran,/ llora no más;/ llora, pero no olvides"


Saludos

Anónimo dijo...

demandará mucho tiempo amigo zethyo. dimelo a mi.